La pereza siempre es mental. Pensar cuesta y cansa, consume mucha energía. Para pensar hay que estar preparado, hay que haber estudiado, y tener conocimientos. Pero sobre todo hay que haber aprendido a analizar una situación, un reto, un problema; a reflexionar, a buscar alternativas y a construir una decisión. Pensamos poco, y si no se piensa no se toman las decisiones acertadas, no se perciben las consecuencias de los actos. Así, nos mantenemos en la zona de confort, en realidad, de falso confort. Es más cómodo no pensar y que otros lo hagan por nosotros. Esta es la gran tragedia de nuestros días.
¿Se nace líder y se muere líder? Todo depende, no es lo mismo liderar que ejercer un cargo de poder. A veces viajan en sintonía. Pero otras, la autoridad abandona al líder en su propia ruta de auto proteger su existencia. A priori, un buen líder tal vez no debería sentir ansiedad por el mando y es la propia naturaleza del liderazgo la que puede acercarlo al ejercicio del poder.